domingo, 29 de agosto de 2010

Miss Universo en otro ángulo. Por Pilin Leon, para El Heraldo de Barranquilla.

Uno de los eventos más importantes en la televisión de esta semana fue el de Miss Universo, el cual, en líneas generales, fue un show muy colorido, lleno de brillo y muchachas muy bellas, para todos los gustos. En este sentido siempre me ha hecho mucha gracia quienes discuten si tal o cual es más bonita que la otra, o si el traje era el más bello de la noche, pero como se dice muy popularmente “entre gustos y colores…”.

Por el Twitter se leían todo tipo de comentarios, unos tristes y hasta molestos porque veían a una candidata mejor que otra; otros reclamaban participación extraterrestre para poder designar al concurso como universal y tantos más que me divertí mucho.

Entre todos me llamó mucho la atención la insistencia en que estos concursos internacionales están “arreglados”, o por lo menos existe un guión que se maneja para que tal o cuál salga favorecida, justificados por alguna razón oculta que normalmente, y según los críticos más agudos, tiene que ver con la política internacional o el suceso del momento. Tonterías, he participado como juez en varios certámenes de belleza internacionales y jamás nadie me ha marcado la pauta en nada que tenga que ver con la decisión que se toma, los escrutinios luego están a la orden del jurado para quien quiera corroborar. Pero claro, unas pocas personas no representan a los millones de televidentes que cada año se sientan frente a la TV a disfrutar, opinar y hacerse los versados estilitas. Y no es que pretenda que los concursos se hagan por votación popular en todos los países del mundo ¡imagínense ustedes!, pero hay que estar conscientes que es un espectáculo hermoso, donde un grupo muy reducido de expertos eligen la que, para ellos, debe ser la reina de ese año. Pero estos expertos también tiene sus cosas, como esas preguntas rebuscadas que a veces oímos: “¿Cómo piensa usted que se puede acabar con el trafico de drogas, o la guerra, o la discriminación?”, “Diga una frase (que debe ser ingeniosa e inédita) que venda mejor a su país”. Para conseguir esa frase hay reuniones con los mejores publicista y creativos, hay un estudio previo y posterior, hay grupos de control y ‘la guerra’ y ‘el hambre’ en la ONU, OEA, Otan, etc., se la pasan deliberando sobre estos temas y ninguno se ha puesto de acuerdo para que usted, señor miembro del jurado, crea que la respuesta de una niña de 18 años lo va a convencer. Si lo que buscan medir es soltura, la cotidianidad podría ser un tema, pero no les pidan que los convenzan con respuesta filosóficas, que aunque pueden dar noción del carácter de una niña bien enterada, jamás los van a persuadir, y no les cuento de las crítica que uno oye de los mismos jueces, como que “la niña no conoce como es el mundo”. ¡No señor! aún no conoce mundo, le faltan años y experiencias para tener un poco de la sabiduría que se les exige frente a una cámara y frente a millones de espectadores en la audiencia. Lo cierto es que la famosa ‘fábrica de reinas venezolana’ no tuvo éxito este año y la tradición colombiana en reinados solo llegó a las semifinales, ganó una latina; bella muchacha ¡Viva México!, ¡salve reina!.


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