lunes, 1 de noviembre de 2010

EL MISS VENEZUELA SIGUE A LA MODA. DIARIO EL NACIONAL


El concurso sigue a la moda

MISS VENEZUELA 2010 Los prototipos de belleza han cambiado. Durante casi seis décadas, los organizadores del certamen han ajustado sus cánones a lo que dictan las tendencias en el extranjero, desde la mujer completamente natural hasta la modelo de pasarela


Candidatas a Miss Venezuela 1967
Candidatas a Miss Venezuela 1967 | Archivo El Nacional
Si Sofía Silva Inserri, la primera mujer que fue coronada como Miss Venezuela, hubiera querido figurar en la más reciente edición del concurso de belleza, Osmel Sousa la habría rechazado desde un principio. 

"No, niña... Ni siquiera hubiera pasado la primera ronda de audiciones", señala tajante el presidente de la organización del certamen al hablar sobre la hipotética participación. 

No precisamente porque la guayanesa no fuera hermosa porque lo era  sino porque sus medidas y apariencia en general están lejos del estereotipo que Sousa, conocido como el zar de la belleza, busca por estos días. La reina, que tenía 23 años de edad, pesaba 56 kilos y medía 1,63 metros de estatura cuando fue elegida como la mujer más bella del país en 1952, participó en una época en la que se valoraba la naturalidad de las cejas pobladas, las caderas anchas y el cuerpo voluptuoso. 

Eran tiempos en los que ni se pensaba en los retoques o en cambiar, con la ayuda del bisturí, los rasgos hereditarios nariz, busto, mentón, arco de cejas, orejas  que se consideraban poco armónicos.

De lo natural a la Barbie. Los cánones de belleza han variado a lo largo de las décadas, de acuerdo con lo que impone la moda y lo que buscan los organizadores de concursos de belleza internacionales, indican los historiadores del Miss Venezuela Diego Montaldo y Julio Rodríguez. 

En un principio, cuando el proceso no era tan metódico, se buscaban a muchachas físicamente naturales. Un ejemplo fue el triunfo de Susana Duijm en el Miss Venezuela 1955 y posteriormente en el Miss Mundo, celebrado ese mismo año. El director del certamen nacional era el periodista Reinaldo Espinoza, que estuvo al frente desde 1952 hasta 1961. 

De cabellera larga y negra, la venezolana destacó ante su principal rival, la candidata de Estados Unidos. "Era raro que la representante del país fuera una de tez morena. Ella fue al certamen internacional y conquistó. Rompió con el arquetipo de la rubia escandinava. 

No tenía ninguna cirugía. En esa época lo que buscaban era una reina de belleza", señala Montaldo. 

El periodista recuerda que el siguiente gran triunfo internacional llegó con Maritza Sayalero en el Miss Universo 1979. 

Su cetro significó otro hito en la estética de las misses del país y el inicio de la era de Osmel Sousa, que tomó las riendas de la organización luego de la muerte del empresario Ignacio Font Coll. 

Después de que ganó la corona nacional, Sayalero admitió públicamente que se había operado la nariz. "Eso fue un escándalo. La tenía muy aguileña y se la retocó", rememora Montaldo. Después, en 1981, fueron coronadas como Miss Universo y Miss Mundo dos bellezas naturales: Irene Sáez y Pilín León, respectivamente. 

A juicio de Montaldo, tanto Sáez como León, junto con Astrid Carolina Herrera (Miss Mundo 1984) y Bárbara Palacios (Miss Universo 1986), encajan perfectamente en el prototipo de muñecas Barbie que se buscaba en la década de los ochenta. "Lo que querían era coronar a la muñequita. Todas ellas tenían el cabello batido, en capas. Eran delgadas, pero con curvas. Bárbara e Irene eran muy equilibradas. 

Eso les permitió desarrollarse profesionalmente en áreas como los negocios y la política, respectivamente", señala Rodríguez, que ha trabajado con la Organización Miss Venezuela desde 1998. 

Como anécdota, Montaldo relata que en el caso de Bárbara Palacios su único defecto eran los dientes. "Era una belleza innata. Pero le tocó trabajar fuerte en el gimnasio después de que rebajó varios kilos. Además, le acomodaron la sonrisa. Ella era ancha de caderas y tenía pocos hombros, así que el traje que usó disimulaba su cuerpo. Hacía ver que tenía mucho de arriba y que era estrecha de la parte de abajo". 

La mujer desenfadada. En la década de los años noventa, los concursos internacionales empezaron a premiar más que a las muñecas, a las mujeres desenvueltas, alegres, que fueran capaces de desempeñarse como relacionistas públicas. 

El presidente de la Organización Miss Venezuela comprendió lo que querían y empezó a entrenar a las candidatas enfocado en esos rasgos. En esa época, la primera corona vino con Ninibeth Leal, que se alzó con el título de Miss Mundo 1991. 

"Era una mujer impactante, vistosa. Medía 1,78. Le hicieron un trabajo de mandíbula, le aumentaron el busto. Cuatro años más tarde, Jacqueline Aguilera se llevó la corona. Ella admitió hacerse un retoque en la nariz", recuerda Montaldo. 

Para Osmel Sousa, Aguilera aún conservaba el prototipo de muñeca. "Era una Barbie, pero de pelo negro. Ese mismo año, en 1996, Alicia Machado ganó el Miss Universo. Ella es la representación más fiel de lo que quería la organización de ese concurso y nosotros se lo dimos: una chica desenfadada, desenvuelta, simpática y emprendedora". 

A la pasarela. Después de una larga sequía de reinas, en 2007, Venezuela alcanzó la quinta corona universal con una esbelta Dayana Mendoza, que encarna el prototipo de modelo. Incluso, antes de ganar el concurso nacional, la caraqueña de 1,76 metros de estatura desfiló en pasarelas de Milán y Nueva York. 

"Es una mujer espigada, hábil, con actitud suelta. Igual es Stefanía Fernández, su sucesora", indica Sousa, que este año continúa con la premisa de buscar una Miss Venezuela que se pueda desempeñar en el mundo de la moda, que tenga actitud para la fotopose y para la actuación. 

"Lo que buscamos es ganar internacionalmente. Uno se va dando cuenta de qué es lo que quieren y con base a eso trabajamos. Fíjate que en el jurado siempre hay diseñadores, estilistas, artistas... La nueva Miss Universo, la mexicana Ximena Navarrete, también sigue el esquema de una modelo", añadió. 

El organizador del certamen mantiene la regla de dejar de lado a las aspirantes que midan menos de 1,68 metros. 

"Las busco altas porque en el Miss Universo las candidatas se presentan por orden alfabético. Venezuela es la penúltima en ser nombrada. Antes que ella, pasan más de 70 concursantes, entonces la representante nacional tiene que destacar para que la elijan entre las 15", expresa Sousa acerca de su predilección por mujeres de estatura elevada. 

Además de ser altas, las chicas de la nueva generación del Miss Venezuela deben someterse a un estricto régimen de dieta, acompañado de largas sesiones de ejercicios. Si no se cumplen las metas establecidas antes de la elección, quedan fuera de la competencia. 

De las 28 concursantes, las candidatas que tienen más oportunidad de convertirse en reinas de la belleza son las que exhiban una dentadura perfecta, la nariz perfilada, los labios carnosos, las piernas de gacela y el estómago planísimo, sin importar que algunas hayan sido ayudadas por el bisturí. Esos, por lo menos, son los principales requisitos que deben reunir este año. Aunque en dos, cinco o diez años más, el prototipo de lo que se busca en la reina nacional puede cambiar. No hay nada estático. Quizá en un futuro cercano se pongan de nuevo de moda los cuerpos curvilíneos que cautivaban en los concursos de antaño.

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